En la Biblia, la esposa de Lot es una mujer mencionada por primera vez en el libro del Génesis (Génesis 19), donde se describe cómo ella se convirtió en una columna, pilar o estatua de sal después de mirar hacia atrás cuando escapaba de Sodoma con su familia. En la Biblia no se le asigna un nombre, pero se la llama "Ado" o "Edith" en algunas tradiciones judías. También se la menciona en los libros deuterocanónicos en Sabiduría 10:7 y en el Nuevo Testamento en Lucas 17:32. Los relatos islámicos también hablan de la esposa del profeta Lut (Lot) cuando mencionan al "Pueblo de Lut".
Velho divino, aonde você vai?Eu sei muito bem que não queres olhar pra trásFinal amargo sozinho fica hoje teu cachorro magroE o fundo de um vinho pra esquentarE o fundo de um vinho pra esquentar, teu cachorro magroE o fundo de um vinho pra esquentar
se que no queres mirar atras
Un ejemplo claro, que explica esta teoría es la enfermedad. Cuando tienes algún problema médico y tienes que ir a algún hospital y ves realmente la gente que tiene problemas más graves que tú, rápidamente te das cuenta de que no estás tan mal y que podrías estar peor. Posiblemente es cuando más aprendes a valorar lo que es importante y lo que no lo es. A veces hay que valorar bien lo que se tiene, pensar en las personas que están peor. Sé que este es un planteamiento conformista que, en una sociedad que idolatra el éxito y el triunfo, este discurso de mirar hacia atrás no atrae mucho, no es seductor. Gustan mucho más las frases positivas, ambiciosas y que te dan fuerza para salir adelante, para alcanzar nuevos retos. Sin embargo, a pesar de no gustar tanto ni ser tan atractivas, quiero aprovechar este post para poner en valor la capacidad de mirar hacia atrás, de valorar lo que tienes y de pensar que hay mucha gente que seguro está peor. Y así como reconocía que mirar adelante es realmente necesario para tener éxito, ESTOY PLENAMENTE CONVENCIDO DE QUE MIRAR ATRÁS ES IMPRESCINDIBLE PARA SER FELIZ.
Hay mucha gente que erróneamente piensa que mirar atrás impide seguir avanzando. Esto se debe a que se confunde el mirar atrás con quedarse allí atrapado. Desafortunadamente, el problema real está en que muchas veces el esfuerzo que hacemos para no mirar atrás no nos permite ver cómo nos está afectando inconscientemente en el presente.
Saladín: A veces, hacerlo no es fácil, pero debes recordar cuando otras personas han decidido hacer cosas que nos benefician y así decidir hacer lo mismo por alguien más. Eso es ayudar sin mirar atrás. Muchas personas lo hacen todo el tiempo.
Desde como rogar, hasta la forma más elegante posible de irse con la cabeza en alto, eso sí, con una que otra lágrima y mucho dolor, pero sin estar dispuestos a mirar atrás, esta es una lista que recopilia varios temas clásicos (y un par contemporáneos) para decir adiós por siempre.
El famoso trovador argentino nos recuerda que en está época también se puede hacer buena música para irse sin mirar atrás. Sobre todo si te va tan bien en la vida como es el caso de Kevin. Una vez que se quedó sin su amada, le llegaron mujeres por montón, consiguió estabilidad económica, empezó a ir a fiestas varias, mejor dicho, le llegó la buena vida. Sabroso, para que volver con alguien cuando uno es el Hugh Hefner aragonés.
Cuando todo ha pasado, cuando necesitas terminar, hay ciertos lineamientos a seguir para minimizar el dolor de ambos lados. Algunos pueden parecen dificultar todavía más la situación, pero, a fin de cuentas, si haces lo que se recomienda aquí y evitas lo que se desalienta, tu ex y tú podrán mirar atrás al rompimiento con dignidad, resolución y claridad.
Si puedes mirar hacia el inminente rompimiento desde el punto de vista de tu pareja, tal vez serás capaz de separarte del duelo, pérdida y preocupación que ya estás sintiendo para pensar qué deberías decir y qué no. Siguiendo estos lineamientos, tienes muchas probabilidades de darle un final claro y respetable a una relación de una manera que le permitirá a cada uno de ustedes, algún día, mirar hacia atrás con apreciación el tiempo que pasaron juntos.
Que levante la mano quien no haya soñado con entrar a la oficina de uno de sus jefes a decirle varias verdades a la cara y salir sin mirar atrás para nunca más volver a pisar esa empresa. Pero no es tan fácil, verdad? Cómo sobrevivirás los próximos meses? Qué pasa si no vuelves a conseguir un empleo? Sabemos que estas y un sinfín más de dudas nos asaltan cuando sentimos que hemos cumplido un ciclo en nuestra vida profesional y nuestro trabajo no nos satisface. Por eso, para facilitarte un poco la vida, te contamos a continuación cómo saber si ya es hora de renunciar a tu actual trabajo.
Hacer la maleta y salir sin mirar atrás es a veces lo más sencillo para remediar el dolor. Por lo menos el de que se terminen las vacaciones, que es un horror, pero momentáneo al fin y al cabo. De lo que habla Amaral en esta canción es mucho más fastidiado: al fin del verano se le suma la melancolía, el estar hecha un lío, el sentirse fatal.
La sensación que tengo, entre felicidad por el inicio de esta etapa y la intriga de ver el futuro desde la óptica de alguien más, me produce una mezcla de emociones que me llevaron a mirar hacia atrás, donde encontré algunas de las circunstancias y aprendizajes que me llevaron hasta este momento y hasta lo que soy hoy en día.
Una manera de comprobar el nistagmo es hacer girar a una persona durante aproximadamente 30 segundos, detenerla y hacer que intente mirar fijamente un objeto. Si tiene nistagmo, primero, los ojos se moverán lentamente en una dirección y luego se moverán rápidamente en la dirección opuesta.
Cuando la nostalgia sólo sabe volar hacia los momentos bonitos de las malas experiencias, hace falta que la memoria ancle los recuerdos en tierra firme y mostre la imagen entera del añorado pasado. Aprender a mirar el desierto no es fácil para quien quiere ver sólo el oasis. Que hay personas irrepetibles, lo sabemos, de la misma manera que mirar atrás demasiado a menudo mis puede hacer convertir en estatua de sal.
Cuando sólo el silencio puede curar, como sólo el poder y el temor saben seducir y destruir, es entonces cuando hace falta, más que nunca, mirar adelante y disfrutar de la quietud y la soledad. Contemplar el retrovisor por si nos siguen sólo serviría de algo si alguien realmente nos quisiera acosar. El olvido selectivo tergiversa la realidad y juzgar el pasado con la experiencia del presente es hacer trampa. Nuestra alma ha hecho méritos para ser curada.
Mas un poco se parecían al sabio aquél del tren Sagrario y los doctores: ella con su instintivoyo perenne é indivisible (con su soberbia fanática y salvaje); ellos con su metódico pensar dehombres de ciencia, que les hacía afirmar á uno que moría la Altísima de meningitis, á otro quede larvado tifus cerebral... si bien ambos avenidos, ante la muerte fatal de todos modos, al simpletratamiento de baños y frecuentes lociones con florida á la cabeza. Sagrario, en cambio, tenía sudiagnóstico de odio, que le lanzaba á Víctor al mirarle conmoverse de ternura, como deembriagueces supremas de amor, cuando recogía en los largos silencios junto al lecho, la tita áun lado, al otro él, los suspiros de su nombre.
No había podido detenerse para descansar y relajarse en todo ese tiempo de trabajo repetido. Y a intervalos también renovados se iba sintiendo más que cansada y adolorida y casi sin fuerzas ni ánimo para continuar en esa tarea ni en ninguna otra. Pero sin lugar a dudas que el espíritu golpeado y vencido era lo que más la afligía. Sólo la sombra de la gran mata de mango que estaba a su espalda le resultaba un agradable alivio de resguardo. La protegía del sol y del exceso de calor. Pero por suerte, como un paliativo indispensable para ella y su soledad, aquel perro de la casa, su perro, la acompañaba como siempre con su quietud y silencio de apenas abrir los ojos para mirarla a ratos y asegurarse de su presencia y compañía. Ambos se necesitaban y actuaban como apoyados entre sí.
Y para entonces, otra lluvia, y otro tabaco, y otro café, y otro estar allí. Y más tarde otra noche para desvivir en la misma cama sin ningún tipo de deseo pero con el mismo disgusto de cada día al no tener nada de qué hablar ni compartir. Y como siempre, al final, en suma inagotable, otro día más. Y mañana, lo mismo. Y después, igual. Igual, igual, igual. Era agotador. Creyó por un momento que algún día arrancaría a correr en cualquier dirección, sin mirar atrás, hasta perderse en un horizonte no conocido, sin que jamás pudieran saber de ella. Se miró las manos, respiró hondo y sirvió el café humeante en una taza amarilla que luego colocó en un pequeño plato. Estaba rígida, y al mismo tiempo derrumbada, y se reconocía prisionera, y se sabía amargada, y obstinada, y viviendo sin sentido. Le temblaban las manos. Y la taza castañeteaba sobre el plato. 2ff7e9595c
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